Para entrar en el estudio de los Derechos Humanos
bajo el ojo de la sociología debemos
hablar de campo, entendido este
como un concepto referido a un espacio
históricamente constituido, estructurado y relativamente autónomo de relaciones
sociales de fuerza en el que compiten agentes o instituciones con intereses y
posturas enfrentadas a fin de imponer el dominio de sus categorías de sentido y
representación. Es, por tanto, un espacio social de disputa simbólica y
relaciones de poder. ( Bourdieu, 2005, p.11).
Entonces los Derechos Humanos son un espacio social
complicado donde contienden entre sí agentes con posiciones y enfoques
socialmente diferenciadas que son portadores de diversos presupuestos epistemológicos,
ontológicos, antropológicos y axiológicos que contienen maneras distintas de
conocer, sentir, actuar e interpretar el mundo, el ser humano y la vida social.
( Aguiló, 2009). Por otro lado, los Derechos
Humanos son esgrimidos por algunos de los agentes en conflicto como estrategias
homogeneizadoras para imponer los anhelos o ambiciones hegemónicas de
determinadas alineaciones culturales, sobre los demás o miembros de los grupos
culturales subalternos.
Por otro lado, los Derechos Humanos se revelan como
una herramienta emancipadora, amparadora, salvadora con la capacidad de
inspirar luchas políticas democráticas o movimientos sociales permitiendo a los
grupos subalternos visibilizar sus prácticas de resistencia y congregar bajo un
mismo conflicto.
Pero hoy existe, una fuerte discrepancia entre
principios y prácticas de los Derechos Humanos ( Santos, 2006. p.186 ). Esta
distancia se expresa hoy día en la desigualdad y exclusión social y consecuente
disminución de la calidad de vida para la mayoría.
Los Derechos Humanos a través de su fuerza
visionaria, o como lo entendería la
sociología de las emergencias capta, aquellas expectativas de innovación
social que se mueven en el horizonte de la transformación social emancipadora, convirtiéndose
en un instrumento efectivo de redistribución social ( Aguiló, 2009 ).
Que los Derechos Humanos sean emancipadora social no
es una mera dimensión económica, política y cultural, sino que adopta una perspectiva más amplia que remite a una
transformación integral, individual y social, ya que transforma a sujetos conformistas e irreflexivos en
sujetos inconformistas y rebeldes que exigen sus derechos y cumplen con sus
obligaciones.
En los Derechos Humanos lo que está en juego es una
batalla por el significado del ser humano y su dignidad y el ejercicio pleno de
ellos en la sociedad. Los Derechos Humanos deben ser el lenguaje de la realidad
social imperante.
En nuestro país podemos comprobar que cuando alguno
de los Derechos Humanos es violado, vulnerado o trasgredido, lo que se vulnera
en sí es la dignidad total de la
persona, porque la violación de un derecho inevitablemente se extiende de todos
los derechos (Dasso, 2008). La indivisibilidad de los Derechos Humanos tiene
por función enseñarnos, que si los derechos sociales; los convencionalmente
denominados derechos económicos, sociales y culturales ( DESC) no son
reconocidos como un elemento de ciudadanía o no se le reconoce el mismo status
que los demás derechos, también los derechos civiles y políticos soportarán en
consecuencia una similar degradación.
Por otra parte, la universalidad de los Derechos Humanos
nos señala, que si los derechos civiles, políticos y sociales, se garantizan
solamente para ciertas posiciones sociales
favorecidas, ergo consta una discriminación social en el reconocimiento de la
ciudadanía, esta discriminación crea condiciones para una posterior degradación
integral de la ciudadanía de todos, la que abre camino a conductas disolventes
de la solidaridad social. (Dasso, 2008).
La memoria y puesta en práctica y ejercicio de los
Derechos Humanos con sus valores , rompe la inercia de la apatía individual
hacia los problemas sociales presentes y es el génesis para un compromiso
individual con la sociedad toda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario